6. El balance y la calidad de vida


“Cuando yo tenía 5 años mi madre me decía que la felicidad era la clave de la vida. Cuando fui a la escuela me preguntaron que quería ser cuando yo fuera grande. Yo respondí ‘Feliz’. Me dijeron que yo no entendía la pregunta, y yo les respondí que ellos no entendían la vida”....John Lennon.

El trabajo es una actividad inherente al ser humano. Este trabajo puede ser en una oficina, una fábrica, una construcción, una casa; es decir, donde nos toque, ya sea por decisión personal o porque las circunstancias nos llevaron a ese lugar y momento en nuestras vidas. Esta necesidad de tener un trabajo Maslow la definió como una necesidad de Seguridad, que según su teoría nos permite sentirnos seguros y protegidos y que debe ser atendida antes de las de escala superior como las necesidades sociales, de reconocimiento y de autorealización.

Todos trabajamos, hasta los animales salvajes trabajan, pues ellos también tienen la necesidad de buscar refugio, cuidarlo y conseguir sustento para ellos y a quienes protegen. La gran pregunta es: para qué trabajamos?. Esa pregunta es clave, porque darle un sentido a nuestra vida es lo que nos conduce hacia un estado de satisfacción personal y una definición de objetivos, que no deben estar exentos de un análisis de las consecuencias de nuestras decisiones.

Según las palabras de Jack Welch, “No hay algo así como equilibrio entre vida y trabajo. Hay decisiones vitales, las tomas y tienen consecuencias”, sin embargo, esta pandemia nos ha enseñado que es factible buscar y encontrar un equilibrio, que las largas jornadas en la oficina no son tan necesarias si encontramos la forma de hacer que todo encaje como las piezas de un reloj; pero como los antiguos relojeros hacían sus piezas de manera artesanal, se requiere mucha paciencia, un firme compromiso por hacer que funcione y la convicción de la importancia de lograrlo. Lo que si es cierto es que la balanza se va a inclinar hacia un lado u otro, pero no se puede dejar de intentar encontrar ese equilibrio que nos lleve a nuestro objetivo principal: la felicidad, sea lo que sea que nos haga felices.

Cuando trabajamos lo hacemos por algún motivo y muchas veces perdemos ese motivo y nos concentramos en el objetivo, lo que es equivocado. Trabajamos para tener cosas materiales, para cuidar a nuestra familia, por status, porque somos competitivos, etc. Sea el motivo que tengamos, si perdemos de vista porque lo hacemos se volverá una carga pesada que soportar, pero si tenemos un motivo este motivo es el que nos da las fuerzas para continuar hacia el objetivo. Ahora bien, si tu objetivo es tu motivo, las decisiones que tomes irán en ese camino y por tanto deberás aprender a vivir con las consecuencias.

Decisiones, decisiones

Siempre me ha interesado sentirme ocupado y a su vez, creo firmemente, y es una creencia personal, que debemos pasar por la vida haciendo algo útil, que ayude a otros a ser mejores y no solo a uno mismo, es por ello que en la universidad podia hacer 3 o 4 actividades de forma simultánea, ya sea trabajando, estudiando, organizando conferencias, siendo asistente de prácticas, etc. Esto no cambió en mi vida profesional, donde trabajaba, estudiaba algo, asistía a conferencias, cenas de trabajo, reuniones hasta tarde, etc., incluso habían fines de semana que me iba a la oficina a trabajar porque me concentraba más y avanzaba más temas pendientes. También en esa época estaba casado pero tomarme vacaciones o fines de semana libres eran un verdadero martirio para mi. En mi cabeza tenia la urgencia de estar conectado continuamente, es más, sentía que todo lo demás que no fuera estar dedicado a mis actividades era una distracción. La consecuencia de esta decisión consciente fue una separación dura pero irreprochable.

Lo que perdí de vista fue el objetivo, porqué trabajaba? por mi familia? por mí? creo que por ambos. Era una necesidad de hacer bien las cosas, pero a la vez de darle tranquilidad material a mi familia. El problema fue que nunca les pregunté que querían ellos o no valoré los momentos como importantes, pues estaba tan concentrado en el objetivo que perdí de vista el porqué. 

El alcanzar el objetivo está bien, pero también es importante disfrutar el camino, haciendo lo que nos gusta hacer, si te gusta trabajar y todo lo demás pasa a un segundo término, entonces procura no lastimar a nadie en tu camino; si lo haces por tu familia, hazlos parte de tus decisiones y disfruta el tiempo con ellos; si lo haces por disfrutar el lucro que esto genera, entonces disfruta, pero sea la elección que hagas, que sea una decisión consciente tanto del proceso como de las consecuencias. Esto no significa que trabajes menos, solo que hay que buscar un equilibro que funcione para ti y para los que te rodean.

“Veinte años  más tarde estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste”...Mark Twain.

Todo o Nada?

Hace unos años me quedé tarde en la oficina y al salir me encontré un joven que se había quedado tarde también. Le pregunté que hacia tan tarde si tenia dos hijos pequeños en casa. Me explicó que tenia que terminar un informe y que no se podría concentrar en casa, que mejor lo terminaba en la oficina para luego irse. Para esto, ni siquiera había cenado, por lo que salí a comprar algo de comer y conversamos un poco. Me contó que amaba a su familia, que tenia metas y que quería demostrar lo que valía en la empresa, que luego el fin de semana le compensaría a su familia ese tiempo. Ahondando un poco más me entendí que su problema no era que tuviera demasiado trabajo, sino, que nunca decía que no y cada vez que solicitaban un voluntario el se ofrecía y por eso le faltaba tiempo. Le expliqué que tratara de concentrarse en ser el mejor en lo que hacía y que si bien la empresa agradecía su compromiso era importante recordarse porque hacia su trabajo. El me respondió inmediatamente que su familia era el motivo y su objetivo era ser gerente, que ellos entendían y que era lo que tenia que hacer. 

En otra ocasión otra persona renunció a la empresa. El día que se iba le pregunté porque lo hacia y me dijo que era porque quería revaluar su vida, porque el trabajo le absorbía bastante y había dejado de hacer aquello que le gustaba que era viajar. Le dije que era joven y era importante que pensara en que quería de la vida. Al final entendí que quería un trabajo de 8 horas con tiempo para hacer aquellas cosas que le gustaban y que esa era su principal meta profesional, que para esta persona lo más importante era lo que denominaba ‘calidad de vida’.

Ambos casos nos muestran como todos tenemos distintos objetivos en la vida y cada uno puede tomar caminos distintos en función de lo que está dispuesto a ceder a cambio. Lo importante es tener claro que si uno persigue una meta debe estar dispuesto a hacer sacrificios, pero sin que esta meta nos niegue la posibilidad de hacer lo que nos gusta con nuestro tiempo y para esto hay que saber darnos el tiempo para ello, lo que es un arte que hay que aprender a dominar.

El buen manejo de la agenda, la adecuada organización de las actividades y el buen uso de la tecnología que nos permite trabajar desde cualquier sitio, son elementos que bien manejados nos ayudarán a encontrar ese espacio para disfrutar y aprovechar mejor el tiempo que tenemos disponible, y así lograr disfrutar el camino hacia los objetivos que nos hemos trazado.

“La gente raramente tiene éxito en algo antes de divertirse en lo que hacen”...Dale Carnegie.







Comentarios

  1. Claudio, muy interesante, la vida nos enseña que los sacrificios que hacemos son para nuestros hijos, que son los que siempre estarán a nuestro lado, que el tiempo del día a día tenemos que saber manejarlo para estar atentos a la familia y al trabajo. Me quedo con que no les pregunte que querían ellos y no perder el objetivo de vista. Abrazo

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